Sí, ya sé que soy una amargada, que estoy neurótica y que me dicen rara, pero tengo ganas de decir que el
Día de las Madres no me gusta.
No me daba mucho gusto festejar a la madre, ni cuando iba en la primaria y podía hacer el ridículo bailando
Colás colás colás y Nicolás lo mucho que te quiero y lo poco que me das mientras mi mamá se asoleaba viéndome de pareja del gordito chistoso o cuando en la secundaría salía escoltando a la bandera símbolo de nuestra patria querida.
Sé que puedo dar argumentos como que se sacaron el festejo de la manga, que yo no agradezco a mi mamá nomás un día al año, que no soy cursi y bla bla bla, pero debo reconocer que me caga porque los abrazos siempre me daban cosa, me sentía obligada a dar una muestra de cariño de esas que no se deben forzar, porque deben nacer del corazón y ser espontáneas y ya.
Yo digo que la incomodidad experimentada viene de la "austeridad" en la muestra de afecto que hubo en mi infancia, porque no tengo a la mamá más expresiva del mundo así que digan que ay qué bonito, sino todo lo contrarío, ella te da un abrazo ligero, sin apretones y te avienta al infinito y más allá para que dejes de joder, y no con esto crean que no me quiere o que es mala, sino todo lo contrario (otra vez), sólo es
ella.
Entonces en esos días me sentía (¿o siento?) muy mal, como que algo hay encima de mi cabeza que viene del cielo y me apachurra con tal fuerza que quiero que ya se acabe el día antes de que empiece y es justo cuando pienso que el destino planeó una trampa para cada año que yo viva, a celebrarse el 10 de mayo.
Y lo de gastar en un regalito
puff, todavía de que no me gustaba sentía que si no les daba algo a mi mamá y a mi mamá Felipa (los que me conocen saben que era mi abuelita y los que no pues ahora ya) porque no se fueran a sentir mal, y si no tenía dinero decía "gracias al cielo que me hizo tan pobre".
Ahora que si a eso le agregan que el año pasado mi mamá Felipa se murió a finales de marzo y yo estaba muy triste y enojada y me sentía muy mal pues fue realmente difícil, tanto que sólo de escuchar los primeros acordes de la guitarra de mi abuelito que entonaban la canción que siempre le cantábamos en esa fecha ya no pude ni respirar, ni decir
el cielo se abre, es más ni
el cuando ya estaba saliendo un mar de mis ojos y ya, qué dolor.
Sospecho que tal vez, y conste que dije tal vez, si hubiera sido diferente todo esto y mi mamá se pusiera muy feliz por su día, me emocionaría darle un abrazo, gastaría mucho dinero en complacerla y sobre todo mucha energía.
Ahora podría ser que esto cambie, qué tal que cuando sea la mamá de unos niños bonitos de cabello chino y ojos lindos alguien les meta en la cabeza la idea de que es un gran día, me quieran dar un regalo y tenga que ir a asolearme viéndolos bailar o recitar un poema, podría empezar a gustarme y vendré a leer esta entrada y diré
ja, caíste y muy bajo, trágate tus palabras.
Mientras tanto la cosa no ha cambiado y ya compré un regalo, caí en la trampa, viviré otra vez el momento incómodo del año y espero que le guste lo que compré amorosamente pensando en ella y si no le voy a echar la culpa a Sergio que me ayudó a la hora de decidir.
Punto.